martes, 24 de mayo de 2011

BREVE HISTORIA DEL SPLEEN POR E.BERTI

Para agotar el significado de algunas palabras muy arraigadas en la cultura, no basta con remitirse a los diccionarios. En el caso del spleen, la presencia de este término en casi cuatro siglos de literatura francesa no deja lugar a dudas: algo hay entre los franceses, la melancolía y el aburrimiento.


Cuando Charles Baudelaire empezó a escribir, alrededor de 1857, Le spleen de Paris, obra que acabaría instalando la poesía en prosa, la palabra spleen llevaba más de un siglo de uso corriente en Francia. El diccionario Le Robert, con su acostumbrado puntillismo, indica que el arribo del término, proveniente de Inglaterra, data de 1745 y que el adjetivo spleenétique o splénétique se propagó algo después, exactamente en 1776.

A pesar de su origen inglés, la palabra tiene raíces antiguas. Los griegos hablaban de splên para nombrar el bazo, de allí que spleen también designe en inglés a la víscera opuesta al hígado; en bajo latín se decía splen y spleneticus como sinónimo de rata y de hipocondría, y es que por aquellos tiempos se solía adjudicar a las ratas la causa de la melancolía o de la bilis negra.

Quienes fijan 1745 para indicar la llegada a Francia del término spleen señalan un texto del abad Jean-Bernard Leblanc, Lettres d’un François, en el que se halla la expresión “splene”. La palabra vuelve a aparecer en 1748, pero en femenino, como “la spleen”, en un documento escrito por la condesa de Denbigh. Dos años más tarde, Prévost es el primer lexicógrafo francés en citar la palabra en su Manuel Lexique (París, 1750). Pronto el término parece querer cambiar de ortografía: Voltaire habla de splin y Diderot de spline en una carta que, en octubre de 1760, dirige a Sophie Volland.

“¿Sabe usted lo que es el spline, lo que son los vapores ingleses? Yo tampoco”, escribe Diderot. “Le pregunté a nuestro escocés (el padre Hoop) durante nuestro último paseo y he aquí lo que me respondió: ‘Desde hace veinte años siento un malestar general, más o menos desagradable. Nunca tengo la cabeza libre. [...] Tengo ideas negras, siento tristeza y aburrimiento. Me encuentro mal; no deseo nada [...] La vida me desagrada’ ”.

Si algo contribuyó a fijar la ortografía inglesa original fue una novela del barón Pierre Victor de Besenval (1721-1794), Le spleen, publicada en 1757. En la novela, un hombre que recorre los jardines de Las Tullerías tropieza con un desconocido que le cuenta su historia de marido engañado, de amante traicionado, de padre entregado a la justicia por su hijo y de militar mal recompensado por sus servicios. Se trata, según indica Pierre Testud en el prólogo a la última reedición del libro, de “una obra de total desencanto, no de desesperanza”. Ahora bien, ¿la historia del desconocido se trata realmente de un caso de spleen semejante al que describe Diderot? A primera vista alguien podría decir que no, admite Testud, “porque el personaje de Besenval se siente desgraciado por motivos bien precisos”, es decir que está lejos de ser víctima de un ataque de melancolía o de “enfermedad imaginaria” y siente más disgusto ante la vida social que ante la vida misma. Sin embargo, Testud cree que “su condición es muy próxima al estado esplenético” porque el desconocido siente, a un mismo tiempo, “el desagrado por el mundo y el horror de la soledad”, porque –en suma– podría describírselo aplicando las palabras de Voltaire al final de su Candide: presa de “las convulsiones de la inquietud o del letargo del tedio”.


El tedio salvaje

Los diccionarios franceses no terminan de ponerse de acuerdo llegado el momento de definir qué es el spleen, pero así y todo consiguen ser convincentes. “Nombre inglés dado algunas veces a una forma de hipocondría consistente en un tedio sin causa, en un desinterés por la vida”, dice el Littré. “Melancolía pasajera, sin causa aparente, caracterizada por un desinterés hacia todas las cosas”, dice el Robert.

Si se comparan estas definiciones francesas con el flemático “malhumor” que propone el Oxford inglés se verá que el término llegó a cobrar en Francia un significado independiente del que se le daba en un principio en Gran Bretaña.

Por su parte, el diccionario español de María Moliner define esplín como el “estado de ánimo del que no tiene ilusiones, ni interés por la vida”.La castellanización de spleen puede ser tildada de fea pero no de inexacta, ya que toma en cuenta la misma raíz “esplen-” (del griego splen y splenos) palpable en palabras técnicas como esplenitis: inflamación del bazo.

El problema se revela mayor a la hora de los sinónimos. Desde ennui o chagrin (tedio o pesar) hasta melancolía, neurastenia o nostalgia, todo parece bien orientado pero insuficiente. De todos ellos, el más próximo parece ser ennui, aun cuando algunos teóricos como Frantz Antoine Leconte (La tradition de l’ennuui splénétique en France) prefieren distinguir entre el tedio salvaje y el tedio “más dulce o pasivo”: el primero se asemejaría al spleen, a la inquietud o a la obsesión, mientras que el segundo equivaldría a la apatía, la ataraxia o la melancolía. El ennui sauvage, quepara Leconte es el tedio esplenético por excelencia, constituiría una sensación, una manifestación física tangible, mientras que el tedio pasivo es percibido como un sentimiento o como un fenómeno más cerebral.

Que el concepto de spleen haya suscitado a través de la historia un sinnúmero de nombres no hace sino corroborar lo arduo del caso. Los romanos hablaban de taedium vitae. Séneca hablaba de fastiduum, nausea, horror loci, supervacuum y delectatio morosa. Los místicos hablaban de tristitia. Los contemporáneos de Baudelaire hablaban de mal du siécle. Rubén Darío habla de indeferentismoy de “anquilosis social” en su libro Los raros: “no se piensa con ardor en nada, no se aspira con alma y vida a ideal alguno”. Y Vladimir Yankelevitch, en L’Aventure, l’ennui et le serieux, enumera una serie de epítetos como “enfermedad invisible”, “herida ilusoria”, “malestar de lujo” o “enfermedad impalpable”.

No sólo es posible aburrirse por falta de problemas, por falta de aventuras o peligros, explica Yankelevitch. “Ocurre también que alguien llega a aburrirse por falta de angustias: un porvenir sin riesgos, una carrera en total reposo, una cotidianidad exenta de toda tensión son algunas de las causas más ordinarias del tedio [...], ese monstruo delicado que obsesiona a los pesimistas, a Leopardi, a Schopenhauer, a Baudelaire”.
[El spleen de parís

“La melancolía fue la compañera íntima de Baudelaire”, sostiene Jean Starobinski en Trois lectures de Baudelaire (La mélancolie au miroir), para agregar que la poesía del autor de Las flores del mal nombra ese estado del alma sin recurrir demasiado explícitamente a la palabra melancolía, lo que obliga al recurso de los sinónimos, los equivalentes y las metáforas, es decir, a “emblemas” o perífrasis que a menudo alegorizan.

El spleen ocupa un lugar central en Las flores del mal, sobre todo en los poemas que conforman la sección “Spleen et idéal”, pero las palabras spleen o melancolía apenas aparecen, y cuando esto ocurre es más en los títulos que en los versos. “He allí uno de los desafíos de su trabajo poético”, insiste Starobinski, para quien el término spleen designa “el mismo mal [la melancolía] pero a través de un desvío que hace de él una suerte de intruso, elegante y a la vez irritante”.

A Starobinski le llama la atención que la palabra spleen fuese acogida en Francia antes que dos vocablos, dandy y dandysme, que caracteriza como “cómplices”: así como existe una asociación entre la melancolía y el espejo, un vínculo semejante se da, aunque a través del narcisismo, con el dandy,que “debe vivir y dormir delante de un espejo”, según escribiera Baudelaire en Le peintre de la vie moderne.

El spleen baudelerianono es análogo a la “melancolía romántica”, sino al llamado mal de vivre identificable con el tedio. Para Baudelaire, el tedio (l’ennui) es el “mal absoluto”. Muchos estudiosos han abordado este punto. Según Claude Pichois, se trata de un “tedio en el sentido teológico y existencial” que produce un efecto de “remordimientos y morosidad”. Según Emmanuel Adatte, “el spleen baudeleriano es un estado de extrema inercia en el cual el pasado ya vivido y el futuro todavía posible son ambos completamente despreciados”.


La sensibilidad moderna

Fue a muy poco de publicar en 1857 Las flores del mal, libro en el que se encontraba la sección llamada “Spleen et idéal”,cuandoBaudelaire se puso a escribir los pequeños poemas en prosa que finalmente se conocerían como El spleen de París.

Como spleen y ennui son términos intercambiables en Baudelaire, cierta anécdota ocurrida en torno a sus poemas en prosa cobra una dimensión especial: el diario Le Figaro había comenzado la publicación de Le spleen de Paris pero la interrumpió dos semanas después, tras haber dado a conocer apenas seis poemas. Baudelaire fue a quejarse y el director del diario argumentó que esos poemas en prosa “aburrían a todo el mundo” (en francés, “ennuyaient tout le monde”).


Taedium vitae

Varios estudios publicados en los años setenta exploran la tradición del taedium vitae o del spleen a lo largo de la historia de la literatura europea. En 1973, Madeleine Bouchez publicó El tedio: de Séneca a Alberto Moravia. Tres años más tarde, Reinhard Kuhn dio a conocer The Demon of Noontide, Ennui in Western Litterature, y su arco llegó hasta Samuel Beckett.

Al margen de estos estudios centrados en las letras europeas, ninguna producción literaria específica ha provocado como la francesa tantas especulaciones sobre el tedio esplenético. De 1980 es The Horror of Life, librode Roger William que define al ennui como un rasgo saliente de las letras de Francia y analiza los casos de Baudelaire, Jules de Goncourt, Flaubert, Maupassant y Alphonse Daudet.

Algo por el estilo hace Frantz Leconte, pero su análisis reviste una mayor amplitud histórica ya que se inicia en torno a la noción de melancolía en Charles d’Orléans, estudia a otros poetas medievales (Christine de Pisan, François Villon) y atraviesa el Renacimiento (Louise Labbé, Joachim du Bellay, Montaigne, Ronsard) antes de desembocar, claro, en Baudelaire.

El rastreo de los esplenógrafoses exhaustivo, y así resulta que en el teatro francés de los siglos XVII y XVIII abundaron obras como La malade sans maladie (La enferma sin enfermedad, 1699) de Dufresny, Les vapeurs (Los vapores, 1753) de La Mounière, Le malhereux imaginaire (El desgraciado imaginario, 1777) de Dorat o L’Anglais à Bordeaux (1788) de Favart, donde un personaje decía: “Vuestra filosofía provoca el spleen y endurece los corazones”.

Lo que no aparece en la historia de Leconte ni en otras similares es una explicación o una sólida hipótesis de por qué el spleen tuvo su epicentro en Francia. La pregunta no es formulada, acaso porque el ennui es visto como una tradición poco menos que constitutiva; no obstante, lejos de pensar esto, el historiador Philippe Joutard relata en la colosal Histoire de France (coordinada por Georges Duby) que los fenómenos del mal du siècle, dela neurosis y el decadentismo de fines del XIX, fueron adjudicados en su momento en Francia a influencias foráneas: a la divulgación del pensamiento alemán, de héroes como Werther o de pensadores como Schopenhauer, para quienes la voluntad de vivir trae consigo el mal y el sufrimiento; a la sombra de la novela rusa, de los nihilistas que pueblan las páginas de Turgueniev, del hombre del subsuelo de Dostoievski, de los personajes que como Oblomov habitan un tedio interminable; al influjo del ocultismo, del misticismo o del budismo que cimentaron una poderosa “corriente antirracionalista”.

“De Chateaubriand a Baudelaire, el ennui, el spleen, el desgano ante la vida, el sentimiento de irremediable decadencia se habían hallado entre las constantes del romanticismo, sólo que el positivismo y el realismo parecían haber eliminado sus ‘miasmas’ y el autor de Las flores del mal aparecía como un sobreviviente, testigo de una época felizmante abolida”, dice Joutard. No obstante, es apenas el comienzo. El fin de siècle marcará el auge del idealismo irracional por sobre el realismo positivo, del mismo modo que éste había reaccionado contra el romanticismo. “Su punto de contacto con la coyuntura política es muy significativo: la corriente irracional vive su esplendor entre 1884 y 1889, período de crisis para la República”.

domingo, 1 de mayo de 2011

BAUDELAIRE

BAUDELAIRE Y SU TIEMPO.
BAUDELAIRE Y EL ROMANTICISMO
EL ROMANTICISMO EN FRANCIA
LAS FLORES DEL MAL


BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA:
Angélica Marques Maza -"Estudio de Literatura Universal"
Albert Thibaudet -"Historia de la Literatura francesa"
Saulnier-"La Literatura francesa del siglo romántico"



LA FRANCIA DEL PERIODO SIMBOLISTA-

Francia ingresa en la era industrial. La clase dominante es la burguesías surge un importante proletariado urbano y rural. Es la época del segundo imperio de Luis Napoleón.La iglesia se aleja del Estado hasta que se produce su separación absoluta en 1884.
En el terreno intelectual se da una permanente oposición entre el racionalismo clásico y la sensibilidad romántica.
Alcanzan sus mayores expresiones el Realismo y el Naturalismo. Sin embargo los mundos de evasión se multilplican:el misticismo el pesimismo y el individualismo dominan la escena.
El Clasicismo era unidad, el Romanticismo es múltiple, complejo y expansivo, y escapa a una definición.
Vivieron los pueblos de Europa la pasión, el ideal y el sentimiento:"Queremos vivir y soñar libremente,marchando tras la voz de nuestro corazón,no seremos de ninguna escuela ni de ningun siglo" manifestaban-

El Romanticismo es un movimiento europeo,que abarcó casi siglo y medio todo el viejo continente.
En Francia podemos destacar tres períodos:
1)Iniciación-Chateaubriand-
2)Desarrollo-la batalla romántica-Victor Hugo y Stendhal
3)De realizaciones-parnasianos y simbolistas-

Chateaubriand-el genio del cristianismo-Poesía de tono melancólico, misterioso,profundo donde el paisaje aparece como correspondencia de los estados del alma y de la ensoñación de un mundo perdido al caer en la realidad.

2) Período de gran agitación y confusión donde aparecen los resistentes y los del movimiento .

3) Triunfan los cultivadores del dandismo y la bohemia.


LAS FLORES DEL MAL-

El primer nombre de la obra fue "Los limbos"y fueron censurados por atentado contra la moral de la época.La obra esta construída por un poema con diferentes estructuras donde cada composición vale por sí misma y en relación con el conjunto
AL LECTOR-Es un libro estructurado y constituye un prólogo a toda la obra.
El tema es de tradición cristiana donde el hombre se complace en el pecado,el placer es visto como un robo clandestino al que el hombre se aferra sin que le deje nada en las manos.Detras de estas figuras esta el ocio, el hastío, la acidia medieval, la tendencia a la nada y el pecado metáfisico esencial.El prólogo finaliza con la subida del telón , para llamar hipócrita al lector que se negara a recibir las flores que le serán ofrecidas.El tema de la obra es una invitación al lector para participar en esta revelación del alma.

PARNASIANISMO Y SIMBOLISMO-

Los Parnasianos se constituyeron en el paso entre el Romanticismo de 1820 y el Simbolismo de 1885.
LOS ARTISTAS PROCLAMABAN CONTRA LA TENDENCIA DEL ROMANTICISMO, QUE EL ARTE DEBE TENER UN FIN EN SI MISMO.
Manifestaban una total repugnancia por la inspiración en hechos de la vida cotidiana y defendían una poesia que permitiese al poeta acceder al hombre y aproximarse a las tradiciones de la poesía francesa de los siglos 16 y 17-
Rompen con la tradición arte-vida ,conciben la poesía como un estado de tranquila armonía .
Los cuatros maestros del PARNASO son: Gautier,Leconte de
Lisle,Banville y Baudelaire.


EL SIMBOLISMO-
Poetizar se transforma para este grupo de artistas en una forma de remontarse más alla de las apariencias que separan a al unidad secreta y original del alma, el poeta es un vidente.
Nace asi una estética que va hacia lo inefable.
Detrás de lo cotidiano encontramos los "símbolos " de un mundo superior que el poeta nos conduce a desentrañar.